sábado, 22 de enero de 2011

A veces no me acuerdo de tu besos

A veces no me acuerdo ni de tus ojos ni tu nombre.

Solo el piso mojado, la neblina que podía cortarse con una tijera, los dos vasos vacíos en el suelo, las dos colillas de cigarro. Recuerdo los pinos arriba, las gradas abajo, la fiesta sonando a lo lejos, la soledad de ese parque o lo que fuera.

Tus manos eran blancas, la noche era gris-azul. Mis ganas eran verdes, las tuyas rojas. Tu camisa blanca de lino, mi blusa negra-plata. Mis ojos claros, los tuyos también. El silencio negro. El pasado azul. El pasado que tratamos de recuperar en unos cuantos minutos. Minutos amarillos, naranja, rojos. Tus palabras. Tus palabras.

Tus manos tratando de ser más atrevidas, todo el peso de tu cuerpo tratando de domesticar el mío. El olor de tu cuello.

"Qué rico olés".

Tu respiración entrecortada sobre mi cuello. Tu pregunta. El silencio.

Me acuerdo de todo y nada.

A veces no me acuerdo de tus besos.

lunes, 17 de enero de 2011

A esta hora pienso en vos

"Podría ser tu amiga toda la vida", te dije. Me dije, tratando de creerlo. Tratando de convencerme que me puedo sentar todas las noches a fumarme un cigarro con vos y que no pase nada. Sonreír y hablar trivialidades. Mirarte como quien no quiere. Hacerte una broma tonta cada vez que surja la oportunidad.

"Podría ser tu amiga toda la vida, pero vos no te dejás", te dije.

Podría decirtélo una y otra vez para que parezca verdad. Pero no. No podría. Me hace demasiado feliz estar con vos. Me llenan demasiado esos quince minutos de tu vida que sueño eternos.

sábado, 15 de enero de 2011

Quisiera sentarme para siempre con vos en un patio a fumarme un cigarro...

Te podría mirar para siempre a los ojos y sonreír por dentro y por fuera. Podría ser de noche para siempre y podrían haber miles de personas alrededor, pero nadie importaría, sería como la típica escena cursi de película: todos estarían congelados; porque estás vos y tu sonrisa y tus palabras y tu miedo de enamorarte perdidamente de mí. No hablaríamos de cosas irrelevantes como el viento, el clima, la luna o las nubes; hablaríamos del dolor de tu pecho, de esa metáfora absurda, hablaríamos de tu corazón y yo te diría que te duele de tanto resistirte a quererme. Me reiría. Y vos también.

Quisiera sentarme para siempre con vos en un patio a fumarme dos cigarros. Te dejaría mirarme para siempre así, con esa mirada que conozco de años, esa mirada que adivino, analizo, descifro. Te dejaría mirarme de perfil mientras fumo. Te dejaría ver mis labios mientras el humo sale despacio, impertinente, calculado. Podría sentarme con vos toda la vida en ese patio a hablar vanalidades.

Pero después. Después de los cigarros, haría un conjuro para desaparecer a toda la gente y me besarías la espalda como siempre has prometido, nos besaríamos los labios sentados en la fuente, luego haríamos lo apropiado en esos casos y yo vería la luna y las estrellas y vos dirías a mi oído "así es precisamente como me lo había imaginado".