jueves, 24 de mayo de 2012

Capítulo 31

Si de verdad vinieras, vinieras algún día, no te dejaría salir nunca. Nos encerraríamos cuatro, ocho, diez horas y haríamos el amor cinco, diez, quince veces. Llegaría despacio con besos suaves, pausados, medidos; sintiendo las respiraciones... Te robaría el aliento. Después te buscaría la lengua, después te mordería los labios, a vos te daría por olerme cada rincón, yo, repetiría secretos impronunciables detrás de tus orejas.

Escribiríamos una novela de treinta capítulos en nuestros cuerpos, con letras pequeñas, saliva, puntos, comas, tantos signos de admiración como fueran posibles, muchos puntos suspensivos por aquí y por allá y comillas y todos los signos que quisieras... Con sus pausas, emociones, delirios y significados.

Luego escribiría un post como este, porque te amenazaría con hacerlo. Te diría que iba a poner tu nombre y vos me dirías "dale".

Y lo escribiría pensando en las comas y los puntos, las diéresis y todo eso. Lo escribiría pensando ya en el capítulo 31.

domingo, 20 de mayo de 2012

Confesión de domingo.

Hace unos años -¿siete, ocho?- hubiera hecho lo que fuera por vos. Probablemente hasta morirme. Probablemente hasta dejar mi trabajo seguro y cálido para no querer odiarte como quería. Hace algunos años -¿seis, siete?- me hubiera dejado besar por vos en el bar de algún país lejano y de seguro hubiera llorado porque vos me hubieras dicho "¿qué vamos a hacer con esto?", y vos hubieras dormido sobre mis piernas en la parte de atrás de un taxi y yo hubiera aprovechado la ocasión para acariciar tu pelo, demasiado corto para mi gusto.

Hace unos años te hubiera amado sin prejuicios y con locura al punto del llanto y del odio. Te hubiera odiado. Te hubiera odiado al punto de amarte como vos no lo esperabas. Hubieras desatado un mounstruo de emociones incontrolables dentro de mí. Te hubieras espantado con todo eso, pero me hubieras dejado quererte, nos hubiéramos querido así, en silencio, con las miradas lejanas y las sonrisas de medio lado. Eso nos hubiera bastado.

Hace unos años las cosas hubieran sido así.

Te hubiera amado, admirado, hubieras sido -probablemente- todo para mí.

Ahora, ya ni siquiera te odio ¿ves? No tengo canciones para dedicarte ni vueltas de estómago cuando te veo. No me importás, no te admiro, no tengo ni ganas de sobar tu pelo.

No sos nada, cuando pudiste haber sido todo.