lunes, 22 de agosto de 2011

Señor que posa muy serio para una foto.

Usted es un hombre formal, de saco y corbata. Un señor casado con esposa "de Usted" a la que le manda flores cada aniversario, cumpleaños y evento de celebrar. Se pasea por los eventos sociales con trago en mano siendo saludado por otras personas formales, personas de "nombre y apellido", personas con tragos en la mano, también. Usted sonríe por todos lados, usted habla sereno y pausado, y sabe muy bien todos los temas de los que habla, porque usted ha estudiado y leído mucho de lo que habla, usted es un hombre de éxito. Todos lo sabemos. Se le nota.

Pero más allá de eso no se le notan otras cosas, lo que usted -obviamente- quiere ocultar. No se le nota, por ejemplo, cómo mira entre la concurrencia a la mujer que le ha gustado por más de quince años. Nadie nota, tampoco, cómo se sonríen de lado a lado del salón con esa sonrisa cómplice y cómo se ilumina todo, por más que traten de ocultarlo. Por más que usted trate de ocultarlo, porque es un hombre serio y formal y en teoría no debería sonreír así a la que no es su esposa; aunque en la práctica tenga más de dos meses de no cruzar palabra -mucho menos sonrisas- con ella.

Señor serio y formal: quién va a creer, cuando posa elegantemente para esa foto, que hace todo tipo de propuestas por chats, mensajes de celular y messenger. ¿Quién va creer, señor, las cosas que de verdad pasan por su mente? Yo no lo juzgo, de verdad. De hecho me gustan sus propuestas y cuando le digo "¿y si me enamorara perdidamente de vos?" en serio lo creo, porque 15 años es suficiente tiempo para conocer a alguien, demasiado tiempo para sonreírle a alguien en una fiesta al otro lado del salón. Y cuando usted me contesta "los dos corremos ese riesgo..." en serio, le creo, porque ya sabemos, usted es un señor serio y dudo mucho que ande jugando con esas cosas...