martes, 20 de diciembre de 2011

Así es la vida

Mientras el marido, aburrido de su matrimonio y su vida, se gasta varios cientos de dólares para pasar una noche con su amante en algún país de la región, cientos de niños en El Salvador no tiene qué cenar esta noche.

sábado, 10 de diciembre de 2011

No hablemos de felicidad

Es algo tan relativo como el tiempo que podríamos pasar juntos y tener el chance de "hacernos felices" mutuamente.

Hablemos del tiempo, si querés. De las nubes que tapan el sol, del viento que mueve las nubes, de los árboles que botan sus hojas. No hablemos de felicidad. Es una promesa demasiado grande para dos personas que no podrán estar juntas por más de una hora.

Hablemos mejor de nuestros trabajos, de lo aburrido que estás en el tuyo, de las ganas que yo tengo de salir huyendo. No hablemos de felicidad. Es algo que probablemente yo no pueda darte. Mucho menos vos a mí, que sos el que tiene un compromiso "tan serio" que se llama matrimonio. Yo ya deje eso atrás hace meses, bien sabés. No me ata nada, aunque la felicidad tampoco tiene nada que ver con eso.

Así que no hablemos de felicidad.

Hablemos de mis ojos, o los tuyos, si querés.
Hablemos de lo bien que nos vemos juntos, nos deberían dar un premio por eso.

Hablemos de todo lo que haríamos si pudiéramos estar juntos.

Hablemos de lo felices que seríamos.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Emociones inconclusas

No hay nada peor que eso.

El tiempo que queda entre tus palabras y las mías, las que nunca te puedo decir, las que tal vez nunca pueda decirte. Los suspiros que me voy a quedar, entre los besos que nunca nos vamos a dar. La vuelta de estómago que me guardo de una noche que no te voy a esperar. El leve, tenue, imperceptible movimiento de tus pestañas al sonreír todas las veces que no me vas a ver llegar o caminar por un pasillo largo, contando los pasos, poniendo un pie luego del otro. El suave rumor del secreto que nunca te voy a decir al oído, el espacio que siempre habrá entre los dos y ese abrazo que no es mío ni tuyo. Las ganas de llamarte una tarde cualquiera y el cigarro que no voy a disfrutar mientras lo hago. Ah, sí sabré tan bien de eso. Las palabras, las medias frases, lo que espero, lo que no es. Ni será. Mis lágrimas, las que nunca vas a conocer, ni su sabor ni su origen, ni la felicidad de las cosas que me hacen vibrar. Mis ceremonias al levantarme, mis ceremonias en el carro al regresar a casa, la canción que oigo mil veces para pensar en vos, para emocionarme a medias, para creer en las frases incompletas que me dejás. Para creer que al menos un 2% de tu vida me pertenece.

O algún día.

Esas emociones a medias entre vos y yo.

lunes, 24 de octubre de 2011

Respiro

Me gusta que tu voz suene inesperadamente en mi celular un domingo cualquiera. No tenés que explicarme nada, no es necesario, no lo necesito. No te estoy pidiendo nada ni quiero que te salgás de tu vida así de normal como es. No quiero.
Sí quiero que pensés en mí así... Por ejemplo, en medio de una carretera ancha y lejana mientras manejas y oís un disco. Sí me gustaría que te detuvieras y, sin pensarlo, marcaras mi teléfono. Eso sí me gustaría. Pero, más que todo, saber que después, cada vez que oigás ese disco, vas a pensar en mí.

Solo quiero ser un paréntesis en tu vida.
¡Con signos de admiración! Si querés
Con puntos suspensivos cada vez...

Eso quiero.
La verdad es que no es nada, solo un respiro.

lunes, 19 de septiembre de 2011

Nunca voy a ser feliz. Supongo.
Siempre voy a ser esa niña de cinco años
esperando a su papá sentada en una sillita roja de plástico.

Siempre.

sábado, 3 de septiembre de 2011

Tal vez

Tal vez algún día pases por aquí y leas esto.
Tal vez ni siquiera te des cuenta de que soy yo.
Tal vez penses "una más".

Pero tal vez por aquellas casualidades de la vida, sí te des cuenta de que soy yo.
Y entonces esta es la parte del post en el que te digo:
si tuviera tu número de teléfono no hubiera esperado ni un minuto para hablarte.

Tal vez lo consiga y te hable.

lunes, 22 de agosto de 2011

Señor que posa muy serio para una foto.

Usted es un hombre formal, de saco y corbata. Un señor casado con esposa "de Usted" a la que le manda flores cada aniversario, cumpleaños y evento de celebrar. Se pasea por los eventos sociales con trago en mano siendo saludado por otras personas formales, personas de "nombre y apellido", personas con tragos en la mano, también. Usted sonríe por todos lados, usted habla sereno y pausado, y sabe muy bien todos los temas de los que habla, porque usted ha estudiado y leído mucho de lo que habla, usted es un hombre de éxito. Todos lo sabemos. Se le nota.

Pero más allá de eso no se le notan otras cosas, lo que usted -obviamente- quiere ocultar. No se le nota, por ejemplo, cómo mira entre la concurrencia a la mujer que le ha gustado por más de quince años. Nadie nota, tampoco, cómo se sonríen de lado a lado del salón con esa sonrisa cómplice y cómo se ilumina todo, por más que traten de ocultarlo. Por más que usted trate de ocultarlo, porque es un hombre serio y formal y en teoría no debería sonreír así a la que no es su esposa; aunque en la práctica tenga más de dos meses de no cruzar palabra -mucho menos sonrisas- con ella.

Señor serio y formal: quién va a creer, cuando posa elegantemente para esa foto, que hace todo tipo de propuestas por chats, mensajes de celular y messenger. ¿Quién va creer, señor, las cosas que de verdad pasan por su mente? Yo no lo juzgo, de verdad. De hecho me gustan sus propuestas y cuando le digo "¿y si me enamorara perdidamente de vos?" en serio lo creo, porque 15 años es suficiente tiempo para conocer a alguien, demasiado tiempo para sonreírle a alguien en una fiesta al otro lado del salón. Y cuando usted me contesta "los dos corremos ese riesgo..." en serio, le creo, porque ya sabemos, usted es un señor serio y dudo mucho que ande jugando con esas cosas...

sábado, 25 de junio de 2011

Como una adivinanza...

Veo tu sonrisa en una foto.
Leo tus palabras demasiado.
Me suena tu voz como un augurio.
Quiero abrazarte y que me abraces.
Sentirte fuerte cuando soy débil.
Leer los mismo libros.
Oír las mismas canciones.
Hasta que nos aburramos de eso.
Hasta que no sea suficiente.
Y me dejés por otra.
O te deje por otro.
Y así eternamente.

Por ahora te adivino.
Quisiera tenerte entre mis sábanas.
Me leerías unos versos de Borges.
Nos volveríamos a dormir.

Por ahora te adivino.
Y eso es suficiente.

sábado, 9 de abril de 2011

Tu mirada habla.

dice.

me envuelve en tus pestañas, me toca, me acaricia, me abraza. Tu mirada habla, me dice lo que querés, me enreda en tu lengua, me comparte tu saliva, me toca la espalda, me susurra, me sopla el cuello. Tu mirada habla, no mide, deja tus dedos irse jugando lento entre las piernas. Tu mirada dice, pide, reclama. Tu mirada desnuda y yo quiero.

yo quiero eso y más
quiero que tu mirada hable sobre mi piel.

sábado, 12 de marzo de 2011

Conversación x escuchada por allí.

El: -Sabés que me gustas, verdad?
Ella: -Sí.

-Cómo es que sabés?
-Me lo dice tu mirada. Me lo dijo desde la primera vez que nos vimos a los ojos.

-Y qué querés que haga con eso?
-(sonrisa tonta) No sé. Qué querés hacer?

-Sabés que lo que quiero hacer tal vez no lo deba hacer, porque estoy casado?
-Mucha gente no se detiene por eso...

-Sí, ya sé.
-Y entonces qué te detiene.

(silencio)

-Y si me enamorara perdidamente de vos? Vos que harías con eso?
-Sabés que los dos corremos ese riesgo?

- ... (mirada y silencio largo)
- ¿Lograste sacar el carro del taller?

miércoles, 9 de marzo de 2011

El matrimonio no debería ser natural...

Me dice mientras enciede un cigarro y me mira como tratando de adivinar mi reacción desde el otro lado de la mesa. Se ríe y trata de explicarme todas las razones por las que no se puede quedar comigo; aunque se muera de las ganas. Sí eso dice. Que no es natural pasársela toda la vida con la misma persona.

El matrimonio no debería existir. Digo yo.

Ahora lo entiendo. Mientras me voy acomodando poco a poco a una cama matrimonial sin matrimonio. Mientras reviso los pliegues de las sábanas, cada arruga que ahora no está del otro cuerpo que ya no las deja allí, de la otra almohada que ahora ya no tiene un hueco, de la otra almohada que reconfortaba, daba seguridad. Una seguridad irreal e imaginada.

Nada era cierto.

Que ya no podía soportar tanta libertad, me dijo hace poco cuando por fin firmámos los papeles del divorcio. Que haberse "entusiasmado" con la compañera de trabajo no es más que el resultado de mi indiferencia, de mis ideas extrañas, de no haberlo dejado pertenecer nunca a mi vida y a lo que llamábamos matrimonio. Quince años y un hijo es demasiado tiempo para venirse a dar cuenta de todo eso. Que ya no me culpe dice la sicóloga, que yo nada más fui quien era y que eso está bien, dice; mientras seguramente piensa en que cuando termine conmigo tiene que ir al súper o a comprarse una blusa de moda o a dar una clase en la universidad esa en la que trabaja...

Ya no me culpo de nada. Solo sé que el matrimonio no debería ser natural. Porque mientras sigue con sus explicaciones, su miedo, su whisky, su cigarro y su camisa blanca yo solo quisisera quitarle la camisa blanca, sin que me importara la esposa, los seis meses que tiene de no acostarse con ella, el miedo de hacer daño, todas las razones. Todas las razones.

Su mirada y su sonrisa que trata de esconder algo son demasiado.

Me pide que no lo mire así. Lo beso, le quito la camisa blanca.

El matrimonio no debería ser natural.

sábado, 12 de febrero de 2011

Declaración de viernes

No quiero casarme con vos
ni que te cases conmigo
solo quiero sentirte así de cerca
y que me beses la espalda
así como tantas veces
me lo has ofrecido

Prometo no enamorarme
ni permitir que te enamores de mi
voy a ser dura, difícil, esquiva.
no voy a contestarte cuando me llames
y yo tampoco voy a hacer llamadas

No quiero que me des regalos
ni que celebremos juntos el 14 de febrero
mucho menos pasar las navidades
aburriéndonos juntos tomando vino
para olvidar que nos aburrimos

Solo quiero silencio, miradas,
olores, sensaciones.


sábado, 22 de enero de 2011

A veces no me acuerdo de tu besos

A veces no me acuerdo ni de tus ojos ni tu nombre.

Solo el piso mojado, la neblina que podía cortarse con una tijera, los dos vasos vacíos en el suelo, las dos colillas de cigarro. Recuerdo los pinos arriba, las gradas abajo, la fiesta sonando a lo lejos, la soledad de ese parque o lo que fuera.

Tus manos eran blancas, la noche era gris-azul. Mis ganas eran verdes, las tuyas rojas. Tu camisa blanca de lino, mi blusa negra-plata. Mis ojos claros, los tuyos también. El silencio negro. El pasado azul. El pasado que tratamos de recuperar en unos cuantos minutos. Minutos amarillos, naranja, rojos. Tus palabras. Tus palabras.

Tus manos tratando de ser más atrevidas, todo el peso de tu cuerpo tratando de domesticar el mío. El olor de tu cuello.

"Qué rico olés".

Tu respiración entrecortada sobre mi cuello. Tu pregunta. El silencio.

Me acuerdo de todo y nada.

A veces no me acuerdo de tus besos.

lunes, 17 de enero de 2011

A esta hora pienso en vos

"Podría ser tu amiga toda la vida", te dije. Me dije, tratando de creerlo. Tratando de convencerme que me puedo sentar todas las noches a fumarme un cigarro con vos y que no pase nada. Sonreír y hablar trivialidades. Mirarte como quien no quiere. Hacerte una broma tonta cada vez que surja la oportunidad.

"Podría ser tu amiga toda la vida, pero vos no te dejás", te dije.

Podría decirtélo una y otra vez para que parezca verdad. Pero no. No podría. Me hace demasiado feliz estar con vos. Me llenan demasiado esos quince minutos de tu vida que sueño eternos.

sábado, 15 de enero de 2011

Quisiera sentarme para siempre con vos en un patio a fumarme un cigarro...

Te podría mirar para siempre a los ojos y sonreír por dentro y por fuera. Podría ser de noche para siempre y podrían haber miles de personas alrededor, pero nadie importaría, sería como la típica escena cursi de película: todos estarían congelados; porque estás vos y tu sonrisa y tus palabras y tu miedo de enamorarte perdidamente de mí. No hablaríamos de cosas irrelevantes como el viento, el clima, la luna o las nubes; hablaríamos del dolor de tu pecho, de esa metáfora absurda, hablaríamos de tu corazón y yo te diría que te duele de tanto resistirte a quererme. Me reiría. Y vos también.

Quisiera sentarme para siempre con vos en un patio a fumarme dos cigarros. Te dejaría mirarme para siempre así, con esa mirada que conozco de años, esa mirada que adivino, analizo, descifro. Te dejaría mirarme de perfil mientras fumo. Te dejaría ver mis labios mientras el humo sale despacio, impertinente, calculado. Podría sentarme con vos toda la vida en ese patio a hablar vanalidades.

Pero después. Después de los cigarros, haría un conjuro para desaparecer a toda la gente y me besarías la espalda como siempre has prometido, nos besaríamos los labios sentados en la fuente, luego haríamos lo apropiado en esos casos y yo vería la luna y las estrellas y vos dirías a mi oído "así es precisamente como me lo había imaginado".