domingo, 20 de mayo de 2012

Confesión de domingo.

Hace unos años -¿siete, ocho?- hubiera hecho lo que fuera por vos. Probablemente hasta morirme. Probablemente hasta dejar mi trabajo seguro y cálido para no querer odiarte como quería. Hace algunos años -¿seis, siete?- me hubiera dejado besar por vos en el bar de algún país lejano y de seguro hubiera llorado porque vos me hubieras dicho "¿qué vamos a hacer con esto?", y vos hubieras dormido sobre mis piernas en la parte de atrás de un taxi y yo hubiera aprovechado la ocasión para acariciar tu pelo, demasiado corto para mi gusto.

Hace unos años te hubiera amado sin prejuicios y con locura al punto del llanto y del odio. Te hubiera odiado. Te hubiera odiado al punto de amarte como vos no lo esperabas. Hubieras desatado un mounstruo de emociones incontrolables dentro de mí. Te hubieras espantado con todo eso, pero me hubieras dejado quererte, nos hubiéramos querido así, en silencio, con las miradas lejanas y las sonrisas de medio lado. Eso nos hubiera bastado.

Hace unos años las cosas hubieran sido así.

Te hubiera amado, admirado, hubieras sido -probablemente- todo para mí.

Ahora, ya ni siquiera te odio ¿ves? No tengo canciones para dedicarte ni vueltas de estómago cuando te veo. No me importás, no te admiro, no tengo ni ganas de sobar tu pelo.

No sos nada, cuando pudiste haber sido todo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario