¿Quién dice que se olvida? No hay olvido.
Mira a través de esa pared de hielo
ir esa sombra hacia la lejanía
sin el nimbo radiante del deseo.
Que iba a pasarme en unos meses había dicho, que la atracción, infatuación o lo que fuera que fuese aquello; iba a pasar en menos de lo que esperaba o sintiera o imaginara. Pero no, no pasaba. No pasa. No termina. Y aparecés en mis pensamientos cuando un gato me despierta con sus maullidos a las tres de la mañana o cuando el café apenas está listo una tarde que llueve como si se fuera a caer el cielo. Así es. Ni modo. Y no creás, me gusta pensarte, hacer vivir de esa manera a la persona que fuiste. A la persona que quise. A la persona esa que quedó perdida entre unas cuantas sábanas rojas. Sí. Ese que fuiste, que le dio vida a mi vida, que me regaló sonrisas de la nada y felicidad pasajera. Ese que fuiste, con una piel para inventar caminos, para inventar historias que nunca quisieras que se terminaran. Que iba a terminar, dijimos. Pero te vas y volvés y aparecés metido en cada pensamiento inesperado en la tarde cuando soy quien debo ser y la vida se me va entre la cocina y el escritorio. Que iba a terminar, pero tu piel no termina, tu sonrisa no termina, tu boca no termina, tus palabras lejanas y extrañas, las ganas de tus manos, y tu lengua y tu pelo revuelto entre sudor cercano. No termina. No. Y aparecés con las ganas de que el mundo fuera otra vez ese oasis y enroscarme en el silencio o bailar como loca envuelta en una sábana o estar presentes en ese fin del mundo. Ese, en el que no se necesitaba ningún milagro o arrepentimiento.
Ese fin del mundo.
lunes, 20 de julio de 2015
viernes, 17 de abril de 2015
Problemas
Tengo problemas para dormir.
Problemas para ser,
problemas para entender
esta piel que es y no,
que quiere ser y no es.
Problemas para conjugar
los verbos que no son míos...
El tiempo.
Tengo problemas,
Y no.
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