Quererte fue tan fácil como mirarte y oír tus palabras en un bar perdido a saber quién sabe dónde.
Fue tan fácil como eso y de allí besarnos en la oscuridad cómplice del asiento de atrás de un taxi. Y de allí a un cuarto de hotel. Y de allí toda la historia.
Fue tan fácil dejarte entrar en mi vida, descubrirme vulnerable, enseñarte mis lágrimas cada vez que te burlabas de mis sentimientos, de mi debilidad.
Te dejé tanto jugar conmigo.
Te dejé tanto prometerme. Creerte. Apoyarme en vos. Decepcionarme. Una y otra vez. Creerte. Dejarme envolver por tus ojos verdes, tu telaraña, tu pose de quien no mata una mosca. Tu pose de niño bueno, tus palabras una y otra vez.
Nunca voy a poder decirte lo que me duele. No más. Tengo que tirar estas palabras para que no me amarren...
Te odio. No sabes cuánto.
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