domingo, 7 de noviembre de 2010

Todo y nada.

El día es frío y suena de fondo una canción de Alek Syntek. El café humea inútilmente con la promesa de despertarme, no quiero despertar todavía. Todavía no.

Tendría que habérselo advertido, no he vivido mucho, mientras otras jovencitas veintiañeras se dedicaban a aplanar pistas de baile en las discotecas yo me dedicaba a leer y a tratar de entender la vida de otra forma. De verdad; no entiendo de frases que quieren decir otra cosa ni de preguntas que quieren llevar a otras respuestas. Nunca tengo dobles intenciones, nunca pienso en lo que va a pasar dentro de un minuto; soy como un animalito: instintivo, suelto y juguetón... Lo cierto es que me gustó haberme encontrado con su sonrisa en medio de la gente.. Me gusto haberlo encontrado después en medio de la multitud y su falta total de pericia para el baile que mas bien era la excusa perfecta para buscar un trago y decir todas esas palabras que inventamos.

-Las palabras que inventamos a veces solo son gritos sobre las otras palabras que queremos ocultar-

La noche, la brisa suave, el vino, el whisky, la música de fondo, el suelo helado, su camisa blanca, mis pies descalzos; solo eso era suficiente. Se siente rico sentir otra vez esa cosquilla en la pansa mientras uno se mira en otros ojos y sonríe como tonta a otra sonrisa.

El primer beso fue como robado, como quien lleva prisa. Trató de explicarlo diciendo que se oía venir gente -me sacó de la fiesta con la excusa de un cigarro-. Me besó el cuello y yo solo podía pensar en su olor a bosque, a madera recién cortada. Su olor nuevo y diferente. Nos besamos otra vez sentados en unas gradas con un gran cielo lleno de estrellas encima. Sí, yo miraba la estrellas. Sentía, después de 15 años, otros labios, otra textura, otra lengua moviéndose indiscreta. Trató de empujarme hacia el suelo, pero no quise. ¿Qué íbamos a hacer en ese suelo en medio de una fiesta? Obviamente quería otra cosa, dos veces me preguntó si quería que me llevara a la casa... Dos veces le contesté que andaba mi carro.

Si me lo hubiera preguntado directo, tal vez me hubiera ido con él. Me gusta demasiado y estrenar por fin así mi nueva soltería hubiera sido apropiado.

Después se nos fue el tiempo en palabras. El tratando de explicar lo que nos estaba pasando. Tratando de justificar, tal vez, por qué, a pesar de su matrimonio. estábamos allí. Le dije que no tenía que explicarme nada. Que no le estaba pidiendo nada. Puede ser que eso haya estado bien. De no haber sido así probablemente ahora seria otra la historia que estaría contando.


Nada más, afuera sigue haciendo frío.

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