Silencio, puertas, muros, laberintos.
Salir y entrar en ellos.
Dejarme ver, dejarte verme.
Sentirte, adivinarme,
leerme entre tus líneas,
Líneas paralelas y vos así de cerca,
entre las líneas tan lejos,
cada vez mirarte sonreír,
por algo que ni vos mismo entendés...
Entendes poco o nada.
Darte, darme cuenta,
sospechar por tu sonrisa,
mi sonrisa de lado,
inequívoca.
Acercarme, acercarte, sentirte en mi piel;
adivinada y adivinarme en tu aliento,
que dibujo, que presiento.
Aquí en mis labios, los tuyos,
sin espacio más y tiemblo.
Tiemblo en tu silencio,
tiemblo en tu mirada,
tiemblo en tu presencia.
Tiemblo sin más, sin ti, sin mí,
sin nosotros.
Un nosotros que no existe,
desencadena cadenas de antaño,
abre esas puertas,
tira esos muros,
descubre laberintos.
Me aleja cada día que muere.
Me acerca cada día que nace.
Y vuelvo,
solo para mirarte mirarme en tu mirada,
solo para reflejarme en tu sonrisa.
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