sábado, 25 de diciembre de 2010

Podría enseñarte a bailar...

No tendría que darte unas cuantas lecciones en cada fiesta de Navidad que tengamos. No tendrías que tocar mis manos, mirarme así, sonreír así. No tendríamos que despedirnos al final de cada fiesta deseando que esa canción durara más de 4 minutos. No tendrías que decirme adiós desde el otro lado del salón mientras agarro mi cartera, mi celular, mi suéter.
Los Kisses, los Hersey's y todos los demás chocolates que intercambiamos en el tonto juego del amigo secreto, no me los comería sola en mi cuarto viendo tele. Nos los comeríamos juntos y engordaríamos todas esta libras juntos. Bromearíamos con lo de los Kisses, nos daríamos besos, no sentirías vergüenza que te los haya dado, no los esconderías en la gaveta del escritorio. Sería una excusa más.
En Navidad nos daríamos regalos como toda la gente. Vos me darías un perfume. Yo te mentiría "qué rico huele", pero lo odiaría por dulzón. Yo te regalaría una polo manga larga. Vos me mentirías "qué chiva está" y te la pondrías solo una vez y yo se la terminaría regalando al señor que nos lava los carros.
Comeríamos pavo, les compraríamos regalos a los niños, les mentiríamos con lo de Santa, haciéndoles creer que existe. Nos tomaríamos una botella de vino cada uno en la cena familiar, terminaríamos haciendo el amor desenfrenadamente a las 3 de la madrugada y nos levantaríamos a las 12 del medio día con la cara hinchada de tanto dormir.

Podría hacerte sonreír solo con mirarte a los ojos. Lo sé. Podría mirar con vos cómo se va poniendo el sol el día de Navidad. Podrías estar conmigo ahora. Pero estás con ella y yo estoy sola, oyendo como se ensancha en silencio.

jueves, 9 de diciembre de 2010

Por la primera mirada que intercambiamos.
Por la primera vez que dijiste algo de mis ojos.
Por ese comentario que abrió las puertas, las ventanas y botó los muros.
Por tanta sonrisa y miradas tontas.
Por la excusa del trabajo para estar siempre juntos.
Por tanta broma que no entendí.
Por tantas veces que llegaste a mi cubículo a cantar una canción ridícula y tonta de Nacho Hinojosa.

Por todos esos momentos que nos llevaron a este instante en que estás allí, dormido en mi cama mientras escribo:

¡Salud!

viernes, 3 de diciembre de 2010

Preview

La sicóloga, terapista o cómo se llame, me mira todavía cada quince días y en su miradita que trata de ser comprensiva se le nota el "pobrecita" entre ceja y ceja. No hay que haber sacado un título en sicología para leer lo que está pensando. Y la verdad es que me aburre. Y sigo yendo simplemente porque necesito alguien a quien contarle mientras encuentro una amiga medianamente confiable.
El divorcio quedó atrás y no hay que ser un genio para entender lo que está pasando. Que pasé de una dependencia a otra, tal vez digan, tal vez piense alguien si se atreve a cuestionarlo, a pensar, a darse cuenta... Que me gusta que se aparezca en el chat, que me tire sus frases medio cursis, medio atrevidas. Que me gusta que piense que le creo cuando me dice que solo necesita unas horas para demostrarme lo mucho que quiere estar conmigo. Sí, eso. Y sus labios pequeños sonriendo al pasar. Y el olor que deja regado cuando entra en la mañana. Eso. Y cualquier excusa tonta que tiene para llamarme a su oficina y dejar que me acerque más de la cuenta y dejarlo que respire sobre mi hombro mientras escribo en su computadora. Eso. Y los pelitos de su brazo dándole besos de mariposa a los míos. Y esa corriente magnética, química, física o como podamos llamarle. Ese espacio que ya no existe, que no da tregua, que no se puede detener...

Los baños de las oficinas son buenos lugares para hacer un preview de lo mucho que quiero estar con vos, me dijo.

Y nos dimos el preview.

Nada mal para cinco minutos y el teléfono sonando afuera.

sábado, 13 de noviembre de 2010

Simulacro de vos.

Ese día que finalmente estemos a solas prometo mirarte a los ojos más de treinta segundos, dejando que tratés de adivinar si está listo mi cuerpo para el tuyo. Te voy a mirar así, sin pestañear, escondiendo mi desconcierto. Vos vas a dejar que te mire, supongo, vas a tratar de adivinar, vas a sentir extraño que no te pestañee. Van a pasar los segundos. Entonces me voy a acercar. Me voy a colgar de tu cuello sin que quede entre los dos ni un espacio, sintiendo el olor a madera de tu perfume y te voy a decir "qué rico olés". Vos vas a tener una mano en mi espalda y otra en mi cintura. En silencio, así, sin movernos, vas a apartar mi pelo, apenas con el roce de tus dedos, vas a besar mis hombros despacio, como me lo has prometido. Deteniéndote allí minutos eternos. Tal vez te diga que me estoy muriendo del miedo. Tal vez me sigas repitiendo que te sentís solo, solo par terminar de convencerme de algo que ya no es necesario convencerme.

Entonces me vas a besar

como un roce

como un secreto

como una súplica

como un descubrimiento

como una orden

como un desenfreno


Me vas a besar y obviamente las manos y los cuerpos van a tener urgencias. Obviamente ya no voy a tener tiempo para mirarte treinta segundos, ni vos para decirme que te sentís solo. Obviamente ya no voy a tener miedo, solo ganas. Ganas de vos, tus labios, tus manos, tu piel, tu lengua, tu cuerpo, tus ganas.

Obviamente ese día que por fin estemos a solas.

Ese día que me hablés y probablemente le diga sí a tu propuesta.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

5:57 am

Las nubes grises empiezan a transformarse lentamente en nube rosadas, establecen su espacio, reclaman su forma. El día empieza sin el más mínimo esbozo de esperanza, todo termina antes de haber empezado. Esperanza es querer, esperar algo. Quiero, he dejado de esperar hace tiempo.

Era demasiado una sonrisa nueva, una mirada furtiva, una caricia sin querer; dos pieles que se prometen. Era demasiado y todo. Era esperanza. Esperar que un beso callara todas nuestras palabras. Esperar que un beso secara todas las lágrimas. Esperar sentirme fuerte cuando me desbarato. Estrenar una nueva vida junto a otro cuerpo, otros supiros, otras manos que descubren.

Era demasiada esperanza tratar de encontrarle sentido a la manera en que me miras, a la forma en que decis mi nombre, o como deslizas tu mano por mi brazo cuando fingís saludarme en la mañana.

Era demasiado todo. Era regresar a sentirme sola por no estar sola.

No quiero. No espero.

domingo, 7 de noviembre de 2010

Todo y nada.

El día es frío y suena de fondo una canción de Alek Syntek. El café humea inútilmente con la promesa de despertarme, no quiero despertar todavía. Todavía no.

Tendría que habérselo advertido, no he vivido mucho, mientras otras jovencitas veintiañeras se dedicaban a aplanar pistas de baile en las discotecas yo me dedicaba a leer y a tratar de entender la vida de otra forma. De verdad; no entiendo de frases que quieren decir otra cosa ni de preguntas que quieren llevar a otras respuestas. Nunca tengo dobles intenciones, nunca pienso en lo que va a pasar dentro de un minuto; soy como un animalito: instintivo, suelto y juguetón... Lo cierto es que me gustó haberme encontrado con su sonrisa en medio de la gente.. Me gusto haberlo encontrado después en medio de la multitud y su falta total de pericia para el baile que mas bien era la excusa perfecta para buscar un trago y decir todas esas palabras que inventamos.

-Las palabras que inventamos a veces solo son gritos sobre las otras palabras que queremos ocultar-

La noche, la brisa suave, el vino, el whisky, la música de fondo, el suelo helado, su camisa blanca, mis pies descalzos; solo eso era suficiente. Se siente rico sentir otra vez esa cosquilla en la pansa mientras uno se mira en otros ojos y sonríe como tonta a otra sonrisa.

El primer beso fue como robado, como quien lleva prisa. Trató de explicarlo diciendo que se oía venir gente -me sacó de la fiesta con la excusa de un cigarro-. Me besó el cuello y yo solo podía pensar en su olor a bosque, a madera recién cortada. Su olor nuevo y diferente. Nos besamos otra vez sentados en unas gradas con un gran cielo lleno de estrellas encima. Sí, yo miraba la estrellas. Sentía, después de 15 años, otros labios, otra textura, otra lengua moviéndose indiscreta. Trató de empujarme hacia el suelo, pero no quise. ¿Qué íbamos a hacer en ese suelo en medio de una fiesta? Obviamente quería otra cosa, dos veces me preguntó si quería que me llevara a la casa... Dos veces le contesté que andaba mi carro.

Si me lo hubiera preguntado directo, tal vez me hubiera ido con él. Me gusta demasiado y estrenar por fin así mi nueva soltería hubiera sido apropiado.

Después se nos fue el tiempo en palabras. El tratando de explicar lo que nos estaba pasando. Tratando de justificar, tal vez, por qué, a pesar de su matrimonio. estábamos allí. Le dije que no tenía que explicarme nada. Que no le estaba pidiendo nada. Puede ser que eso haya estado bien. De no haber sido así probablemente ahora seria otra la historia que estaría contando.


Nada más, afuera sigue haciendo frío.

miércoles, 27 de octubre de 2010

If I could only find a voice I would speak...




I've been trying for hours just to think of what exactly to say
I thought I'd leave you with a letter of fiery speech
Like when an actor makes an exit at the end of the play
And I've been dying for hours
Trying to fill up all the holes with some sense
I'd like to know how you faded and you threw it away
I'd like to give you all the reasons and what everything meant

Well I could tell you good-bye
Or maybe see you around
With just a touch of sarcastic thanks
We started out with a bang
And at the top of the world
Now the guns are exhausted
And the bullets are blanks
And everything's blank

If I could only find the words then I would write them all down
If I could only find a voice I would speak
But it's there in my eyes so can't you see me tonight
C'Mon and look at me and read 'em and weep
If I could only find the words then I would write them all down
If I could only find a voice I would speak
Oh it's there in my eyes so can't you see me tonight
C'Mon and look at me and read 'em and weep

I've been whispering softly
Trying to build a cry up to scream
We let the past slip away
And put the future on hold
Now the present is nothing but a hollowed out dream
I've been dying for hours
Trying to fill up the holes eith some sense
I'd like to know why you faded and you threw it away
I'd like to give you all the reasons
And what everything meant
Well I could tell you good-bye
Or maybe see you around
With just a touch of sarcastic thanks
But now the rooms are all empty
And the candles are dark
The guns are exhausted
The bullets are blanks
And everything's blank

If I could only find the words then I would write them all down
If I could only find a voice I would speak
oh it's there in my eyes oh can't you see me tonight
C'Mon and look at me and read 'em and weep
It's there in my eyes and coming straight from my heart
It's running silent and angry and deep
It's there in my eyes and it's all I can say
C'Mon and read 'em and weep

Read 'em and weep
For all the hours we'll be spending alone
Read 'em and weep
For the dreams we'll ignore
Running silent and deep
And all those promises we promised to keep
They won't be kept anymore

Read 'em and weep
For the magic that our bodies had made
Read 'em and weep
For the blood that we've lost
Running silent and deep
And all those secrets that we somehow betrayed
For whatever the cost

Read 'em and weep
For the memories still alive in the bed
Read 'em and weep
For the lies we believed
Running silent and deep
And all the things that can never be said

Why don't you look at me and read 'em and weep
C'Mon and look at me and read 'em and weep

It's there in my eyes and coming straight from my heart
It's running silent and angry and deep
it's there in my eyes it's all i can say
C'Mon and look at me and read 'em and weep

domingo, 17 de octubre de 2010

En días como este quisiera tener una amiga

Las que tenía quedaron perdidas en mis días de universidad, quedaron perdidas el día de la boda entre los amadrinamientos, el lazo, el ramo, las arras...

Porque mi ex-esposo, sí mi ahora ex-esposo (al que podríamos llamar Roberto), se encargó de ahuyentarlas a todas los primeros meses de matrimonio. Que unas mucho hablaban, que las otras muy putas, que las otras muy superficiales, que las otras solo en la calle me querían tener... Al año de casada no tenía ni una amiga, alguien que me fuera a ver a la casa el día que nació el niño, alguien que me sacara de la casa cuando ya no aguantaba el desvelo y los tres meses de encierro tratando de ser la madre perfecta, una amiga a quien contarle toda la historia con el jefe en una fiesta de navidad, una amiga a quien decirle que lo que sentí esa noche no lo sentí jamás ni siquiera en las mejores noches de sexo con Roberto... Una amiga para todas esas cosas irrelevantes.

Ahora, mientras escribo esto sería chivo en vez de la compu tener a una amiga sentada allí enfrente para contarle todo esto con un cafecito y quesadilla. Aunque a la amiga no le contara esto, le contaría del silencio en las noches, de las lágrimas en la mañana, de la falta que me hace, de la manera en que lo odio, del color de sus palabras, del olor de su ausencia.

Una amiga tal vez me dijera que acepte salir con el compañero de la par al menos algún viernes, aunque el compañero sea 5 años menor que yo. O que me aleje del jefe, de su oficina, de los 10 años que tengo de conocerlo, del beso que nos dimos esa Navidad hace años... Una amiga me dijera que salga, que ya basta de esto, que cuatro meses son suficiente.

Pero no hay amiga. Ni café. Ni quesadilla.

sábado, 16 de octubre de 2010

Ellos dicen.

Cuatro meses después, mientras firma los papeles del divorcio, me dice que perdió catorce años de su vida...

La sicóloga, terapeuta, consejera o como diablos se llama me dice que siga escribiendo este blog, que no importa si alguien me lee o no... Que escriba, escriba, escriba.

Mi hijo de trece años maldice todos los días al papá. Dice que lo quisiera ver muerto.

Mi jefe, con quien nos besamos en una fiesta hace años, me mira todos los días con ojos diferentes y me dice que demasiado me tardé en separarme de ese hijodeputa -como si no supiera que fue él quien me dejó a mí-.

Mi compañero del escritorio de al lado me trata como si estuviera enferma, me dice todos los días que me dé tiempo para sobrepasarlo... Y me invita casi todos los viernes a salir.

Yo no digo nada. Solo quiero dormir o mirar el techo.

lunes, 13 de septiembre de 2010

Quererte y no.

Quererte fue tan fácil como mirarte y oír tus palabras en un bar perdido a saber quién sabe dónde.

Fue tan fácil como eso y de allí besarnos en la oscuridad cómplice del asiento de atrás de un taxi. Y de allí a un cuarto de hotel. Y de allí toda la historia.

Fue tan fácil dejarte entrar en mi vida, descubrirme vulnerable, enseñarte mis lágrimas cada vez que te burlabas de mis sentimientos, de mi debilidad.

Te dejé tanto jugar conmigo.

Te dejé tanto prometerme. Creerte. Apoyarme en vos. Decepcionarme. Una y otra vez. Creerte. Dejarme envolver por tus ojos verdes, tu telaraña, tu pose de quien no mata una mosca. Tu pose de niño bueno, tus palabras una y otra vez.

Nunca voy a poder decirte lo que me duele. No más. Tengo que tirar estas palabras para que no me amarren...

Te odio. No sabes cuánto.

¿Qué sueño?

Me pregunta.

"¿Qué soñás cuándo pones la cabeza sobre la almohada, antes de dormir?

Sueño que tengo 23 años otra vez y me sonríe en una fiesta y las luces se apagan y la gente se calla y desaparece y me sonríe otra vez y yo le contesto...

Entonces despierto.

Entonces estoy sola en la cama.

viernes, 6 de agosto de 2010

El techo es blanco. Completamente blanco.

El techo es blanco. No blanco hueso ni marfil ni ninguno de los otros blancos. Es blanco blanco.

No entiendo por qué compramos una casa con los techos blancos. Si la hubiéramos comprado con techos de madera o con cielo falso de esos con figuras, ahora podría estar mirando las figuras o buscando formas en los nudos de madera. Pero no hay formas ni figuras... Solo techo blanco.

Techo blanco.

viernes, 2 de julio de 2010

entre los escombros

Tengo hambre

Sueño

Tristeza

Ganas de huir

Ganas de enroscarme en una cama de sábanas blancas. Yo sola. En un cuarto que tenga una puerta abierta que da al mar. La brisa hace que las cortinas, también blancas, se eleven. No hago nada. Solo estar allí enroscada, viendo las cortinas, la puerta y más allá el cielo azul y el mar.

Tengo ganas de huir, huir de mi misma y de todo esto. De tener que pensar todos los días. Estoy harta de medir mis palabras para no lastimar a nadie. Estoy harta de ser tan controlada y que de pronto me salga el monstruo sarcástico y despiadado y hablarle mal a la gente.

Solo quisiera que alguien se preocupara por mi también y me tratara con suavidad, no como a la mujer dura que aparento ser, solo quisiera cansarme de parecer fuerte y que todos quisieran cuidarme y protegerme. Pero no, todos solo quieren refugiarse en mi, que yo sea fuerte para apoyarlos. Pero yo solo quiero enroscarme y no hacer nada, solo ver la puerta, el mar y el cielo.

Mañana es fin de semana y no quiero. No quiero pensar en el desayuno, en el almuerzo, en la cena. No quiero ser alegre y sonreír, porque ya no quiero. No quiero fingir una felicidad que no tengo, porque estoy cansada. Y no quiero entender a los demás, y que me vengan con el cuento de que los demás también tienen problemas y tal vez más grandes, ¿Porqué yo tengo que entender a los otros cuando los otros no me entienden a mí? ¿Porqué tengo que ser yo la que siempre entiende? ¿Porqué no pobrecita yo? Cargando los problemas y el stress como si fuera mi obligación. Ya no, no quiero.

Ni siquiera es mi vida, es la vida de los demás la que estoy viviendo. Me estoy rebalsando… A lo lejos canta Ricky Martín “Tu Recuerdo”… Y eso es todo: esperar que algo pase, algo bueno, algo alegre, algo que me demuestre dónde está mi vida… No sé, tal vez buscando entre todos los escombros.

sábado, 19 de junio de 2010

Desahogo.

Llueve. Llueve otra vez por tantos días. Trato de imaginar cómo es el sol. Tal vez cálido, tal vez amable. O tal vez no exista. Como tantas cosas que creí que eran y ya no son. Como la manera en que me mirabas cuando me sentaba aquí mismo a escribir, a ordenar palabras. Con esa mirada tranquila e impenetrable que provenía de un interior que quizá nunca llegué a conocer.

Ha llovido por cinco días sin parar. A veces con gotas suavecitas que más bien son un murmullo, delgado y transparente. A veces con ruido sobre el techo de millones de gotas, fuertes y acompasadas. Llueve tanto que en las paredes se dibujan toda clase de formas causadas por la humedad que se cuela por todas partes. No hay un alma en la calle, y es que nuestros treinta grados de siempre, nuestro verano eterno, han bajado a menos de veinte. Nadie quiere salir. Ahora me envuelvo en la colcha y mato el tiempo fumándome el cigarro de siempre, contemplando las siluetas que el humo dibuja en el aire y escribiendo esto.

El agua se lo está llevando todo. El jardín que con tantas ganas decidiste sembrar cuando recién nos casamos, se está yendo por la alcantarilla. Al principio traté de rescatar las violetas. Ya ves, esas matitas se dañan con un suspiro. Pero en menos de diez minutos no había más que lodo. Siempre lo supe, no iban a durar mucho. Apenas seis meses y allí van, con sus pequeñas flores hechas una maraña de desperdicio. Lamentablemente como todo lo que dejaste atrás, tus discos, tus libros, tu ropa, tus perfumes; el despertador que ya no despertaba a nadie, tu navaja suiza, tus inútiles chunches de cocina; todo eso, que en un memorable acto de valentía, instalé en tres o cuatro cajas hace menos de una hora para dejarlas abandonadas y sin una explicación en la esquina más ahogada de una calle.

“Aquí se acaba todo”, dijiste hace más de un mes y tiraste la puerta de un golpe. Como si hubiera sido necesario. No iba a correr detrás de vos. Suficiente era con el cansancio de verte deambular por la casa como una sombra, sembrado hasta la cabeza en tu precioso jardín.

“Allá se acabó todo”, te digo. En una calle equis, el agua bajaba tan rápido y llovía tan fuerte que no tuve tiempo ni de verle el nombre.